Capítulo 18
Después de cambiarse la ropa mojada, Rosa estaba pensando en una excusa para irse cuando Isabel, de repente, mencionó que tenía hambre.
Hugo la levantó en brazos sin más y se dirigió directamente al comedor.
Rosa solo pudo seguirlo con pasos menudos.
Tan pronto como se sentaron, el teléfono de Hugo comenzó a sonar.
Él lo sacó, le echó un vistazo rápido y luego presionó el botón para colgar.
De reojo, Rosa observó el nombre en la pantalla: Ana.
Justo entonces recordó algo importante que quería preguntar, pero el timbre sonó nuevamente.
Sin más, Hugo activó el modo avión.
Los movimientos de Hugo eran tan decididos y fluidos que Rosa se quedó estupefacta.
Dos minutos más tarde, el teléfono de Rosa también empezó a sonar, mostrando que era una llamada internacional.
Al presionar el botón para contestar, del otro lado se escucharon voces histéricas y coléricas.
-¡Rosa! Malvada, ¿dónde has llevado a Hugo?
-¿Cómo conseguiste este número?
Hugo, que estaba sentado cerca, escuchó cada palabra de Ana sin perder detalle, y su expresión cambió inmediatamente.
Tomó el teléfono de Rosa, bloqueó el número y luego llamó a Elena.
—¿Le diste el número a Ana? ¿Quién te dio permiso para actuar por tu cuenta? Mañana pasa por el departamento de recursos humanos a recoger tu carta de despido.
Aunque fue regañada, Rosa no se tomó a mal el incidente; sin embargo, consideró que la decisión de Hugo había sido demasiado precipitada y no pudo evitar defender a Elena.
– Elena no ha hecho nada malo, ¿por qué descargas tu ira en ella por tan poco?
Hugo ignoró su súplica por Elena, sorprendido por la falta de reacción emocional de Rosa ante la situación con Ana.
Esta era la primera vez en meses que Hugo se posicionaba del lado de Rosa en un asunto relacionado con Ana.
Ella ya se había acostumbrado a la preferencia de Hugo por Ana, por lo que le resultó extraño verlo cambiar de postura de repente.
-No es un error imperdonable.
Hugo la observaba fijamente, intentando entender por qué insistía en defender a una asistente.
-Entonces, ¿qué sería imperdonable?
Rosa bajó la vista mientras imágenes fugaces pasaban por su mente:
largas caminatas abandonadas en la nieve, una torre de champán derrumbándose, manuscritos robados. 1
Uno a uno, todos estos incidentes eran más graves que un simple número de teléfono.
Al final, había optado por perdonarle todos estos errores, todo el daño que él había causado personalmente.
Entonces, después de todo, ¿qué importancia tenía un simple número de teléfono?
Estas palabras se quedaron en su corazón; no las expresó en voz alta, simplemente se mantuvo firme en su decisión de no despedir a Elena.
Por alguna razón, Hugo notó la hesitación en su rostro para decir más. 1
Deseoso de escuchar esas palabras, repitió su petición.
-Dame una razón para no despedirla.
-Ana es tu novia, es lógico que Elena le diera mi número.
-Si no le hubiera dado el número, no te habrían regañado.
Al oír esto de Hugo, Rosa no pudo evitar sonreír.
-Elena no fue quien insultó, ¿por qué cargarla con toda la culpa? ¿No es inocente? ¿No deberías, quizás, cuestionar a Ana?
Esta reflexión hizo que Hugo le devolviera el teléfono a Rosa con un tono de voz más firme.
No te gusta Ana porque es mi novia, ¿correcto?
Rosa levantó la mirada hacia él, con un semblante claro y sereno.
–No me gusta porque ella tampoco me agrada, simplemente nos despreciamos mutuamente.
Al escuchar esto, una chispa de esperanza brotó en el corazón de Hugo.
Malinterpretó sus palabras como un signo de celos.
Rosa se preocupaba por la relación de Ana con él, le importaba que Ana fuera su novia.
A
Gapitulo 18
Mientras existiera aunque fuera un ápice de preocupación, él creía que todavía había margen para recuperar la situación.
Con esa esperanza alentándolo, estaba a punto de confesarlo todo, pero Rosa continuó hablando por su cuenta.