Capítulo 26
La familia Garcia, aunque no pertenecia a la élite de los ricos y poderosos, siempre valoró la educación y el legado cultural, lo que les permitió prosperar en
Solarena.
En la generación de Ana, ella era la única hija de la familia García, y fue criada con esmero, utilizando innumerables recursos para asegurarle un futuro prometedor que ayudase a la familia.
Por esta razón, la familia Garcia contrató al maestro de pintura más renombrado del país para que instruyera a Ana desde pequeña, aprovechando su condición de discípulo de Ricardo, lo que le permitió a Ana alcanzar logros significativos en el mundo del arte a una edad temprana.
Gracias a Ricardo, Ana también conoció a Hugo.
Cuando se anunció la noticia de su boda, la familia García estaba encantada, pensando que esto les permitiría desarrollarse rápidamente.
Sin embargo, en menos de un mes, las noticias de que Ana había sido abandonada se esparcieron por todo Solarena.
La familia García se mantuvo en calma, esperando que pasara la tormenta de la opinión pública antes de permitir que Ana volviera a aparecer.
Cuando el escándalo de plagio se hizo público, la familia García fue golpeada inesperadamente. Aún estaban moviendo sus conexiones cuando la constante aparición de pruebas confirmó el asunto, perdiendo cualquier oportunidad de recuperación.
Ana se convirtió en la vergüenza del mundo artístico.
El escándalo del plagio de la famosa artista novata, Rosa, ocupó el primer lugar en las tendencias.
El ex prometido de Ana, Hugo del Grupo Torres, apareció en persona, confirmando que Ana había plagiado a Rosa y también había robado los bocetos.
De repente, las quejas se hicieron más fuertes, y el público chismoso finalmente resolvió el misterio de su separación.
-¡Así que fue el presidente Hugo quien descubrió el plagio y por eso rompió con ella! Yo pensaba que él había cambiado de corazón, qué mal entendí al presidente Hugo.
-La más perjudicada en todo esto es Rosa, con tantas personas criticándola y ella sin poder explicar nada, qué triste.
-Soy un compañero de clase de Rosa de la secundaria, puedo testificar que el uniforme en la pintura es el de nuestra secundaria, y Ana era estudiante del Colegio San Lucas. ¡Todos pueden verificarlo!
-¡Rosa ahora está estudiando escultura en Nueva Zelanda! Si les gusta su obra, pueden seguir sus futuros trabajos.
Ana leía con dolor los comentarios compasivos hacia Rosa y los crecientes mensajes desagradables, lo que torcía su rostro de ira.
Después de tal escándalo, la familia García no pudo ocultarlo más y se distanció de ella; Ricardo también anunció que había roto relaciones con ella.
De la noche a la mañana, Ana pasó de ser una estrella ascendente en el mundo del arte a caer en desgracia, golpeada hasta quedar irreconocible.
No podía aceptar este final y descargó su ira en Hugo.
Perdiendo completamente la razón, Ana condujo hasta Casa de la Luna y se quedó vigilando día y noche.
Hasta que, a medianoche, al ver una figura familiar bajo la luz de la calle, pisó el acelerador a fondo.
Con un estruendo, despertó a muchas personas de buenos sueños en la Plaza del Mercado.
El accidente pronto llegó a los principales informes de noticias.
La sospechosa, Ana, rompió tres costillas y fue capturada en el acto, enfrentando el juicio en la corte y la venganza de la familia Torres.
Aunque Hugo, la víctima, milagrosamente salvó su vida, sus piernas fueron aplastadas instantáneamente, y desde entonces tendría que vivir en una silla de ruedas.
Después del accidente, Elena, que no se había ido lejos, llegó a la escena y escuchó las últimas palabras que Hugo dijo antes de perder la conciencia.
-Ocultar… no… no dejes que ella… sepa.
Elena hizo bien su trabajo y mantuvo el incidente en secreto.
Ana estaba en prisión y Rosa no sabía nada al respecto.
Durante las festividades, ella preparaba cuidadosamente un mensaje de felicitación y se lo enviaba a su tío político.
Hugo siempre respondía con dos frases.
–Recibido, cuidate mucho.
Este año en Navidad no fue la excepción.
Las escaleras originales de Casa de la Luna habían sido derribadas y reconstruidas como rampas accesibles.
Después de varios meses de tratamiento, Hugo ya podía subir y bajar escaleras por sí mismo, sin necesidad de ayuda.
Empujando su silla de ruedas de vuelta a su habitación, con una fina capa de sudor en la frente, se quedó mirando una foto en su escritorio.
En la foto, él estaba de pie, con una sonrisa en su rostro.
Rosa estaba sentada en un columpio, mirándolo de lado, pidiéndole que empujara más fuerte.
Aunque habían pasado catorce años, él recordaba todos los detalles.
Pronto, Lucía entró con unos documentos.
Él estaba a punto de firmar cuando su celular sonó.
Rapilute 28
Al abrirlo, vio una pantalla llena de patrones festivos y un mensaje de felicitación copiado de algún lugar.
(Feliz Navidad, tio politico, que seas siempre feliz.)
Finalmente, una sonrisa apareció en los labios de Hugo, respondiendo con la misma frase de siempre.
Lucia, observando, se sintió un poco triste y preguntó.
-Presidente Hugo, ha pasado tanto tiempo sin ver a la Señorita Rosa, ¿por qué no la invita a volver para verla una vez más?
Hugo la mirò un momento, luego firmó rápidamente el documento y se lo pasó.
Tras unos pasos suaves, la habitación volvió a quedar en silencio.
Apovado en su silla de ruedas, observó cómo el cielo fuera de la ventana se oscurecia lentamente, la sonrisa desapareciendo de sus ojos.
Aunque la extrañaba tanto, ¿por qué no verla de nuevo?
Porque ya no podia ponerse de pie, ¿por qué añadirle preocupaciones innecesarias?
Ella tenia un par de alas anchas, deberia volar hacia un futuro amplio, uno que no estaria afectado por él.
Después de todo, ella tenía solo veintidós años. 2
Al igual que el a los veintidós, una edad tan maravillosa.
Vale la pena recordaria toda la vida. 1
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